El inquietante dominio de El Niño y los rituales de sacrificio infantil en la civilización Chimú
La civilización Chimú, conocida por su sofisticada arquitectura, extensos sistemas agrícolas y arte intrincado, prosperó en la costa norte de Perú entre los siglos X y XV. Sin embargo, esta civilización también es recordada por sus oscuros rituales, en particular los sacrificios de niños, que estuvieron profundamente entrelazados con su respuesta al fenómeno de El Niño. Comprender esta conexión proporciona una visión única de cómo las culturas antiguas se adaptaron e interpretaron los cambios ambientales extremos.
Los arqueólogos excavan el entierro de un niño sacrificado en el sitio de Pampa la Cruz, cerca del sitio declarado Patrimonio de la Humanidad de Chan Chan, en el norte de Perú.
Rituales de sacrificio de niños como petición de misericordia
Los arqueólogos que trabajan en Perú han encontrado lo que dicen es el sitio del sacrificio de niños más grande conocido en el mundo. A mediados del siglo XV fueron asesinados unos 140 niños y más de 200 animales, probablemente llamas. Los científicos sugieren que una civilización conocida como Chimú sacrificó a los niños en respuesta a un clima catastrófico.
Víctimas de un acontecimiento desesperado, un niño (izquierda) y una cría de llama (derecha) fueron parte del sacrificio de más de 140 niños y más de 200 llamas en la costa norte de Perú alrededor del año 1450 d.C.
Otra pista que apunta a una civilización sumida en el caos fue enterrada junto con los cuerpos. Las inusuales capas de barro y las huellas conservadas cerca de las tumbas sugieren que el sacrificio se produjo tras unas fuertes lluvias. Esta región normalmente árida puede haber sido afectada por el clima húmedo extremo provocado por un sistema de El Niño. Es posible que los líderes chimú interpretaran las inclemencias del tiempo como un castigo de los dioses y planearan un sacrificio drástico para sofocar su ira.
Hundida en el barro hace más de 500 años, esta huella conserva el paso de un adulto calzado con sandalias que estuvo allí durante la ceremonia del sacrificio en Huanchaquito.
Los niños utilizados en el sacrificio incluían tanto niños como niñas y tenían edades comprendidas entre cuatro y 14 años. Probablemente provenían de diferentes regiones y grupos étnicos dentro del imperio Chimú. Aunque se desconoce si los niños fueron voluntarios o fueron llevados a la fuerza, la antigua cultura Chimú probablemente veía a los niños como el sacrificio más valioso que se podía hacer a los dioses. Las llamas también eran una alta forma de ofrenda para los Chimú porque eran valiosas fuentes de transporte, pieles y alimentos.
La mayoría de las víctimas del ritual tenían entre 4 y 14 años cuando murieron.
Se encontraron muchos niños y llamas con marcas de cortes visibles en el esternón y las costillas, presumiblemente para arrancarles el corazón. Los arqueólogos no saben si los niños estaban vivos o muertos cuando les quitaron el corazón, pero creen que los órganos fueron utilizados en una ceremonia de sacrificio.
Los restos de tres adultos, un hombre y dos mujeres, fueron encontrados muy cerca de los niños y los animales. Los signos de traumatismo contundente en la cabeza y la falta de ajuar funerario en los cuerpos de los adultos llevan a los investigadores a sospechar que pudieron haber desempeñado un papel en el evento del sacrificio y fueron enviados poco después.
La evidencia de los asesinatos rituales incluye un cráneo teñido con pigmento rojo a base de cinabrio, una costilla humana con marcas de cortes y un esternón cortado por la mitad.
La civilización chimú
La civilización Chimú, que floreció entre los siglos X y XV a lo largo de la costa norte de Perú, tuvo su centro en Chan Chan. Esta región árida requería riego avanzado para sustentar la agricultura. La sociedad chimú estaba muy centralizada y estratificada, y el rey ostentaba el poder absoluto, apoyado por una élite gobernante. Los artesanos, comerciantes y trabajadores desempeñaron papeles cruciales en la economía, que estaba estrictamente controlada por el Estado a través de un sistema de trabajo corvée.
Un verdugo chimú espera a una joven víctima en la reconstrucción artística del sacrificio masivo en Huanchaquito.
La religión influyó profundamente en la cultura y el gobierno chimú. Eran politeístas, con especial reverencia por la luna. Se llevaban a cabo elaboradas ceremonias para honrar a sus dioses, buscando la fertilidad agrícola y la protección contra los desastres naturales. Los sacerdotes, como poderosos intermediarios, llevaban a cabo rituales que incluían ofrendas y sacrificios humanos, especialmente de niños, durante crisis como las de El Niño.
Muchas de las 200 llamas de sacrificio están tan bien conservadas que después de 500 años
El impacto de El Niño en la civilización Chimú
El Niño tuvo un profundo impacto en la civilización Chimú, provocando drásticos cambios ambientales que afectaron significativamente su forma de vida. Este fenómeno climático, caracterizado por el calentamiento periódico de las temperaturas de la superficie del mar en el Océano Pacífico central y oriental, alteró los patrones climáticos normales y provocó fenómenos meteorológicos extremos. Para los chimú, estos cambios se manifestaron como sequías severas o inundaciones catastróficas, las cuales plantearon amenazas sustanciales a sus sistemas agrícolas. La árida costa norte del Perú, donde se ubicaban los chimú, dependía en gran medida de complejas redes de riego para sustentar la agricultura. Los fenómenos de El Niño a menudo provocaron que estos sistemas fallaran, lo que provocó pérdidas de cosechas, escasez de alimentos y la posterior inestabilidad social y económica.
Las huellas de las pezuñas de llamas jóvenes se conservan en una profunda capa de barro alrededor de la tumba de un niño sacrificado en Huanchaquito. La evidencia de fuertes lluvias en la costa árida ha llevado a los investigadores a sugerir que el sacrificio masivo de niños puede haber sido una respuesta desesperada a las inundaciones causadas por El Niño.
El impacto de El Niño se extendió más allá de la agricultura y afectó a las estructuras sociales y políticas más amplias de la civilización Chimú. Las tensiones ambientales causadas por El Niño provocaron escasez de recursos y una mayor competencia por los limitados recursos disponibles, lo que podría provocar malestar social y debilitar la autoridad de la élite gobernante. En respuesta a estas crisis, los chimú participaron en elaborados rituales religiosos, incluidos sacrificios de niños, para apaciguar a sus dioses y buscar la intervención divina. Estos sacrificios se consideraron esenciales para restablecer el equilibrio ambiental y mitigar los efectos de El Niño. Así, El Niño no sólo moldeó el paisaje físico del territorio chimú sino que también influyó en sus prácticas culturales y religiosas, destacando la profunda interconexión entre el clima y la civilización.
Los asentamientos humanos a lo largo de la costa norte del Perú son susceptibles a las perturbaciones climáticas causadas por los ciclos climáticos de El Niño.
El terrible impacto de El Niño sobre la civilización Chimú revela el profundo impacto del clima en las sociedades humanas. La práctica del sacrificio de niños, impulsada por la desesperación por aplacar a los dioses y restablecer el equilibrio ambiental, subraya hasta dónde llegaron los chimú para sobrevivir. Este oscuro capítulo de su historia ofrece un conmovedor recordatorio de la interacción entre las fuerzas naturales y la cultura humana, proporcionando información valiosa sobre cómo las civilizaciones antiguas se adaptaron a su entorno y fueron moldeadas por él.
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